
Ni lo sientes y la vida se va. Un aliento de muerte ronda el valle donde me encuentro reposando... y sin avisarme me busca. No quiero ir, pero no hay alternativa... ya la oscuridad me rodea.
Mis manos se aferran a los últimos gritos de luz... intentan teñirse de vida, de modo a recordar que alguna vez fueron parte de un ser humano... vivo. Raspan las uñas el frío metal que me clava las venas, desangrando mis dedos... dedos que alguna vez armonizaron un existir en cuerdas sonoras.
Ya casi ni respiro. Esa respiración que cuesta porque no proviene ya del aire que mis pulmones conocían... y no existe la adaptación. Inhalación... exhalación... solo un intento virtual de protegerme del vacío... no existe oxígeno que vuelva a llenar mis pulmones.
Ese humo que rodea mi existencia, que ya no es humana, me asusta. Me asusta porque no sé donde acabará todo... y nadie puede ayudarme con eso. Quizá las dudas más grandes se aclaren para mí, pero tengo miedo de que sea la puerta equivocada la que me toque... porque quizá la merezco.
Al fin... solo queda dejarse arrastrar por lo inevitable... y llorar cuanto pueda, porque es la última vez que voy a llorar. Un llanto ignorante que por un segundo se detiene en un odio a la vida, un odio al tiempo funesto que no se detiene ni siquiera para dejarme observar y plasmar un recuerdo que no estará donde voy. Por última vez sentir amor me está vedado por mis acciones. Nunca entré en razón que mis manos buscaban algo que mis ojos no pedían. Y no lo encontré... porque no sé si en realidad lo busqué.
Tan solo éstas líneas quedan para que me recuerden, pero ni siquiera soy capaz de expresar correctamente el miedo, odio y amor que siento por el mundo. Quizá muy pocos comprendan en suficiencia lo que he pasado y vivido para disculparme en mis acciones, pero si existe una sola persona capaz de revelar mi vida sin juzgarme... a esa persona aún no la conozco.
Se me humedece el rostro... si, estoy llorando... solo.
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