
Mi respiración se acelera al oír ciertas cosas. Cosas que cuando las oigo no sé si preferiría estar sordo. Se me despiertan las ilusiones que siempre están bien escondidas y sedadas. Quisiera creerte. Ilusiono creerte. Quisiera poder creer que no dolerá al final; otra vez. Quisiera volver a creer que existe lo que alguna vez creí tener. Quisiera ser una persona que no siente las palabras, los hechos, las supuestas verdades. A veces quisiera ser tú, con tu ironía que no se si sigue siendo la misma, pero desconfío que haya desaparecido. Aún la sigo sintiendo. Teniendo siempre tú la razón. Siendo siempre Yo el motivo de nuestras peleas. Siendo siempre Yo la falla. Yo el mentiroso, cuando jamás te engañé. Siendo siempre Yo el error...
Mis ojos derraman lagrimas al intentar decir que no. Al recordar que hubieron fallas. Fallas que cometimos los dos. Los dos, ¿verdad?. Esos errores que no se van a olvidar así nomás. Siempre aflorarán en esos momentos en que uno se siente atrapado y necesita abrirse paso matando todo a su paso. A veces es mejor estar solo, no?. A quien trato de engañar?. Sé que no puedo estar solo, pues me suicido con mis memorias, una muerte lenta, dolorosa... pero útil. Una bala envuelta en seda que penetra mi cavidad craneal causando más daño de lo que causaría aún si hubiese estado afilada.
Circunstancias todas del destino. Otra ironía. Quién cree en el destino?. Yo no. Bueno, de hecho, no creo en casi nada, pero, ¿destino?, por favor, no me vengan con eso. Si hoy quiero saltar, salto y ya, todo acabó. Y el “destino” donde está ahí?. Esas cosas que la humanidad inventa para sacarse una carga más de encima y echarle la culpa a algo más, para eso si que somos buenos, no?. ¿Qué tal si simplemente implementamos la responsabilidad por cada uno de nuestros actos?. Linda utopía. “Así nos educaron”, “Así crecimos”, “Es una tradición”. Todas excusas. Nos mentimos a nosotros mismos de modo a hacernos más fácil la vida. Creamos y manejamos a nuestro antojo una “normalidad” que no debería siquiera existir como palabra. Todos somos diferentes, eso lo sabemos, no?, entonces para que nos hacemos los desentendidos y clasificamos todo según nuestro particular punto de vista basado en “normas”, “reglas”, “tradiciones”, y un montón de barbaridades más que no hacen más que dividirnos y encerrarnos en una celda de la cual supuestamente queremos salir, nos quejamos de nuestras divisiones, pero al final lo que hacemos es crear cada vez más restricciones y excusas para criticar, desmeritar, rebajar y hacer tropezar a los que son distintos a nosotros, tratamos de cambiarlos a nuestro modo. Llamamos “cuadrados”a los que no piensan como nosotros, sin darnos cuenta que siendo así, somos nosotros los más “cuadrados” por no saber aceptar. Y nos creemos dioses en nuestra falsa y patética sabiduría.
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