
Cuando nadie me escucha, yo soy un simple esclavo de mis pensamientos, memorias, sueños. Recuerdos que me atormentan en mi soledad y me quieren cortar la sangre. Mi vida se encuentra en un completo silencio roto solamente por sollozos en las noches. ¿Y dónde estaba alguien cuando yo viví esos recuerdos?. ¿Dónde estaba esa gente cuando yo sentía que me ahogaba?. ¿Dónde están ahora, que la asfixia se vuelve cada vez más agobiante?.
Cuando nadie me ve, estoy sintiendo tanto vértigo que no me deja siquiera acercarme a la ventana a ver como la vida circula por las calles, y mi desesperación es tanta que a veces quiero saltar. Saltar y contar a cero para empezar otra vez. Quizá así sea feliz. O por lo menos no esté así como ahora. Mis uñas clavan mis palmas y las hacen sangrar de rabia ante la impotencia que sienten al no poder ayudarme a superar el dolor. Se me estremecen las venas y luego se me calma el alma por un instante.
Cuando nadie me siente, estoy escapando en divagues pseudo-emocionales que me transportan a dimensiones que espero conocer algún día, dimensiones que podrían asustar o aburrir a cualquier mortal, más no a mí. Me siento adicto a esos pensamientos tan complejos y llenos de preguntas sin respuestas, o al menos, sin respuestas “racionales”. Observando un árbol, una vida, sintiendo el viento, la brisa, oliendo el pasto, el sol, la luna, palpando el oxígeno, las sombras, la realidad a veces; y acoplando todo eso al sonido del viento que sacude las ramas y hojas, se convierte todo en una experiencia especial, y más especial aún porque yo no estoy allí.
Cuando nadie me ama, estoy aquí, escribiendo líneas y más líneas, ahogando mis penas con palabras, expresando mi dolor solo para mí. Un dolor que no desaparecerá así como así. Ni siquiera el tiempo puede borrarlo. Ni siquiera otro amor...
Cuando nadie me entiende, vivo en un lugar muy diferente a éste, un lugar de luz, mi luz. Existo cuando me despejo de esta oscura bruma traicionera que me relata datos de mi ayer. Me descubro cuando me encuentro a veces llorando en las madrugadas, sólo, en mi habitación. Y “ellos” me siguen clavando los puñales, y los siento cada vez más afilados. Mis heridas no pueden cicatrizar porque no les dan tiempo. Mi alma parecería ya un mapa de batallas. Carezco de humanidad a veces y ello me vuelve traicionero y orgulloso. Pero al final tan solo soy humano, y siento que me merezco todo esto, por mi dualidad.
Cuando las canciones callan, estoy dormido, soñando con memorias, memorias que duelen mucho. Intentando no dormir, sigo matando a mi cuerpo, mi mente a veces se vuelve caótica, mis manos tiemblan, la ansiedad se hace presente; mi humanidad me está destruyendo. Sigo buscando soluciones que no existirán quizás. Tal vez mi medicina sea la espera. ¿Esperar que?. Tal vez más dolor. Tal vez otra experiencia. Tal vez la apertura del camino a la luz.
¿Cuándo será que obtendré respuestas?. ¿Cuándo será que me detendré de una vez por todas y seré feliz?. ¿Cuándo será que dejarán de lastimarme?. ¿Cuándo será que dejaré de encerrarme en mis líneas?. ¿Cuándo será que dejaré la humanidad?. ¿Cuándo será que alguien me descubrirá, sin dañarme?. ¿Cuándo será que acabará mi caos?. ¿Cuándo dejaré de ser yo?.
Cuando alguien me escuche, sabrá que hay alguien más. Cuando alguien me vea, observará una ilusión de humanidad. Cuando alguien me sienta, se sentirá a si mismo. Cuando alguien me ame, seré feliz. Cuando las canciones vuelvan a hablar, alguien reirá.
1 comentario:
Yo sabía que en el mundo había alguien que sentía como yo.. Me encanta lo que sientes, lo que escribes. Visitáme, por favor; aunque yo escribo en catalán espero que no signifique un problema ya que yo te visitaré constantemente :)
Sigue escribiendo.. ¡mis ojos te lo agradecerán!
www.diaridunploraner.blogspot.com
Nina,
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